Diócesis Considera la Bancarrota por Reclamos de Abuso Pendientes

(SAN DIEGO, 10 de febrero de 2023) – El cardenal Robert McElroy, obispo de la Diócesis Católica de San Diego, anunció que la diócesis podría considerar declararse en bancarrota para proporcionar una vía que garantice que sus activos se utilicen equitativamente para compensar a todas las víctimas de abuso sexual.

El anuncio se dio el jueves por la noche durante una reunión con párrocos y funcionarios parroquiales laicos en donde el Cardenal respondió preguntas y distribuyó una carta que se entregará a los feligreses en las Misas del fin de semana.

Los nuevos reclamos son el resultado de la legislación AB 218, aprobada en 2019, que revivió cualquier reclamo prescrito por abuso sexual de un menor y eliminó el estatuto de limitaciones para cualquier demanda presentada entre el 1 de enero de 2020 y 31 de diciembre de 2022.

A continuación, les presentamos el contenido de la carta del cardenal McElroy:

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hace tres años, la Legislatura Estatal de California levantó el estatuto de limitaciones para las demandas relacionadas con el abuso sexual de menores.  Esto proporcionó tres años para que las personas presentaran reclamos legales de que habían sido abusados sexualmente.  Como resultado de este cambio en la ley, la Diócesis de San Diego ha recibido aproximadamente 400 demandas que buscan recompensa monetaria por presuntos actos de abuso sexual por parte de sacerdotes, religiosos y laicos dentro de la Diócesis.  La mayoría de estas demandas se refieren a acciones que tuvieron lugar hace más de medio siglo.

Un aspecto importante de estas demandas es que ninguna de ellas reclama abuso sexual por parte de sacerdotes de la Diócesis de San Diego que estén actualmente en el ministerio.  Esto es un claro reflejo de que la Iglesia ha tomado pasos agigantados para erradicar el abuso sexual de menores en su vida y promover la protección de los mismos.

Aun así, la Diócesis debe enfrentar los abrumadores costos legales de responder a estas nuevas demandas.  En 2007, la Diócesis pagó $198 millones para resolver 144 demandas de abuso que se presentaron durante un levantamiento anterior del estatuto de limitaciones. Esto agotó la mayoría de los activos de la Diócesis.  Incluso con seguro, la Diócesis no podrá pagar sumas similares ahora.  Este desafío se ve agravado por el hecho de que ahora se ha presentado un proyecto de ley en la Legislatura que busca eliminar el estatuto de limitaciones por completo, dejando a la Diócesis vulnerable a posibles demandas para siempre.

Por todas estas razones, podríamos estar enfrentando un momento en el que la Diócesis entre en bancarrota en los próximos meses. La bancarrota proporcionaría un camino para garantizar que los activos de la Diócesis se utilicen equitativamente para compensar a todas las víctimas de abuso sexual, mientras continúan los ministerios de la Iglesia para la formación en la fe, la vida pastoral y el acercamiento a los pobres y marginados.  También proporcionaría un fondo para futuros demandantes de abuso sexual. Finalmente, la bancarrota proporcionaría una conclusión a la ola de demandas que cubren presuntos abusos desde hace 75 años.

En los últimos años los activos parroquiales han sido manejados por corporaciones parroquiales individuales, y antes de eso fueron manejados por la Diócesis en fideicomiso para cada comunidad parroquial en particular. Casi sin excepción en otras bancarrotas diocesanas, los bienes parroquiales han permanecido separados. Al mismo tiempo, las parroquias en una diócesis en bancarrota generalmente contribuyen con algo de dinero limitado a los fondos para los demandantes.

El abuso sexual de menores por parte de sacerdotes y la forma en que se manejó en la vida de la Iglesia constituyen el mayor pecado de nuestra Iglesia en el último siglo. Debemos y continuaremos protegiendo a los menores con un vigor cada vez más profundo, proporcionando recursos de curación a aquellos que han sido abusados y utilizando nuestros activos diocesanos para compensar a aquellos que fueron víctimas.  Nunca olvidaremos el daño que hemos hecho.

Les pido sus oraciones, en los próximos meses, por nuestra Diócesis, nuestras comunidades parroquiales, y especialmente por todas las víctimas de abuso sexual.  Que la gracia de Dios nos acompañe profundamente en este tiempo difícil.

Mis mejores deseos para ustedes.

Sinceramente tuyo en Cristo,

Robert Cardinal McElroy
Obispo de San Diego

About the Coat of Arms

Bishop Pulido’s coat of arms is divided into four quarters with wavy horizontal lines from top to bottom. The blue and white lines represent the Blessed Virgin Mary. They also suggest water, which alludes to Jesus washing the feet of His disciples and to the waters of baptism. The red and gold lines represent the Holy Spirit and fire. The colors also can be seen as referring to the Blood that (along with water) poured from Jesus’ side at His crucifixion, as well as to the bread (gold) and wine (red) transformed into the Eucharist. At the center is a roundel featuring a symbolic representation of the “mandatum” (washing of the feet), which he believes exemplifies service to all humanity. The roundel’s outer edge is a line composed of small humps; it is borrowed from the coat of arms of the Diocese of Yakima, where Bishop Pulido served as a priest before being named a bishop.

About the Coat of Arms

Bishop Pham’s coat of arms depicts a red boat on a blue ocean, which is crisscrossed by diagonal lines suggesting a fisherman’s net. This symbolizes his ministry as a “fisher of men,” as well as how his own father had been a fisherman. The boat is also a symbol of the Church, which is often referred to as the “barque of Peter.” At the center of the sail is a red beehive (a symbol of the bishop’s baptismal patron saint, St. John Chrysostom, who was known as a “honey-tongued” preacher). The beehive is surrounded by two green palm branches (an ancient symbol of martyrdom; the bishop’s ancestors were among Vietnam’s first martyrs). The eight red tongues of fire around the boat are a symbol of the Holy Spirit and a representation of the diversity of ethnic and cultural communities. The red of the boat, the beehive and the tongues of fire allude to the blood of the martyrs.

About the Coat of Arms

The coat of arms combines symbols that reflect Bishop Bejarano’s spiritual life and priestly ministry. The main part of the shield shows four wavy vertical lines on a gold background. These represent flowing waters. This alludes to his chosen motto and also symbolizes the graces that come from the Divine life to quench our thirst for God. The upper third of the shield is red because it is borrowed from the coat of arms of the Order of Mercy, of which the Bishop’s patron saint, Raymond Nonnatus, was a member. The central symbol resembles a monstrance because St. Raymond is often depicted holding one. The Eucharist is Bishop Bejarano’s inspiration for his vocation. It was through the Eucharist that he received his call to the priesthood at age seven and which keeps his faith and his ministry going. It represents the call to offer oneself as a living sacrifice. The monstrance is flanked on either side by an image of the Sacred Heart, alluding to the mercy of God and echoing the idea of a sacrificial offering of oneself united to the sacrifice of Christ, and of a rose for Our Lady. It is an allusion to Our Lady of Guadalupe, patroness of the Americas, and highlights the bishop’s Hispanic heritage.

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