Catholic Charities interviene en una crisis sin precedentes
El 12 de marzo de 2020, la pandemia empezaba a cobrar fuerza en la región de San Diego y más allá. Las autoridades sanitarias habían empezado a cerrar un sector tras otro.
"¿Qué podemos hacer?" preguntó el obispo Robert McElroy al director ejecutivo de Caridades Católicas, "Vino" Pajanor.
La agencia se movilizó, aprovechando los contactos que su personal ya había desarrollado
en las parroquias.
Puso en marcha la Red de Distribución de Alimentos de Emergencia el 6 de abril, justo 18 días después de que el Gobernador Gavin Newsom ordenara a todos los trabajadores, salvo a los esenciales, que se quedaran en casa para frenar el virus.
La red estaba compuesta inicialmente por 21 parroquias de los condados de San Diego e Imperial que distribuían alimentos a familias con bajos ingresos y a personas confinadas en sus hogares.
Los voluntarios repartieron paquetes de alimentos no perecederos a las personas que pasaban en coche. También los entregaron a domicilio a quienes no podían salir de casa.
En la primera semana de distribución, las parroquias atendieron a un total de 2.500 hogares. La semana siguiente, atendieron a unos 5.000, cifra que aumentó a 10.000 en la cuarta semana.
Respuesta compasiva y creativa a las emergencias
El director tiene una forma sencilla de explicar por qué Catholic Charities ayuda a los más vulnerables de la comunidad, a quienes describe como "nuestros vecinos".
"Es lo que hacemos", dijo Pajanor. "Está en nuestro ADN". Es lo que la agencia lleva haciendo desde hace un siglo: poner la fe en acción. En 1919, se abrió una sucursal de la Catholic Welfare Bureau en el centro de San Diego. Ese sería el comienzo de una tradición de prestación de servicios a los residentes más necesitados de la región, junto con la esperanza de una vida mejor.
En los últimos años, la agencia ha intensificado su labor para satisfacer las necesidades básicas de los residentes de la región en dos frentes: alimentación y vivienda. Para ello ha forjado o reforzado relaciones con parroquias y otras organizaciones y ha buscado nuevas subvenciones y financiación pública, sin dejar de trabajar de forma eficiente y económicamente saneada. Inicialmente, la agencia había previsto que la Red de Distribución de Alimentos de Emergencia durara un mes, hasta que la crisis sanitaria remitiera y la gente pudiera reanudar su vida.
Pero las condiciones sobre el terreno cambiaron rápidamente y la agencia tuvo que adaptarse para seguir proporcionando alimentos de emergencia indefinidamente.
Por ejemplo, la agencia se asoció con la ciudad de National City para ampliar la distribución gratuita de alimentos a las familias con bajos ingresos afectadas por el virus, y la parroquia de San Antonio de Padua sirvió de punto de distribución.
Los alimentos procedían del Banco de Alimentos de San Diego o de Feeding San Diego, que los entregaba en palés a Cathedral Catholic High School. Una vez a la semana, los equipos de las parroquias llegaban a recoger su asignación para llevarla a sus iglesias.
Pero cuando el instituto ya no pudo disponer del espacio, la agencia respondió alquilando un almacén en Carlsbad para recibir allí los alimentos donados
.
En un momento dado, la agencia quiso aligerar la carga de los conductores voluntarios. Así que compró dos camiones usados para repartir la comida a las parroquias de los condados de San Diego e Imperial.
Caridades Católicas sigue buscando formas de servir a las personas con inseguridad alimentaria. Por ejemplo, la organización regresó a Cathedral Catholic High School para abrir una despensa de alimentos allí en el otoño de 2024.