Respuesta histórica al Abuso infantil
"El monstruoso crimen del abuso sexual de niños y jóvenes", como lo llama el Papa, es posiblemente el problema más doloroso al que se enfrenta la Iglesia católica hoy en día.
El obispo Robert McElroy ha respondido a este problema de maneras extraordinarias.
En el verano de 2018, un gran jurado de Pensilvania publicó un informe mordaz que detallaba décadas de abuso infantil por parte del clero de ese estado. El informe, junto con otras revelaciones de abusos que involucran a los rangos más altos de la Iglesia, reavivó la indignación por los escándalos del pasado.
En respuesta, el obispo salió a la carretera para reunirse personalmente con los fieles en las parroquias de los condados de San Diego e Imperial. La diócesis organizó ocho sesiones en las que los miembros de la comunidad podían hacer preguntas al obispo y éste podía escuchar sus preocupaciones. Los participantes expresaron decepción, tristeza y, en ocasiones, rabia. "Estamos en un momento terrible y desgarrador en la vida de nuestra Iglesia", dijo el obispo a los participantes en la primera, en la parroquia de Nuestra Madre de la Confianza. En estas reuniones, reconoció los fallos pasados de la jerarquía eclesiástica a la hora de proteger a los niños. Y explicó lo que la diócesis había estado haciendo durante 20 años para proteger a los niños en las escuelas y parroquias. El obispo les dijo que no había habido ninguna denuncia creíble de tales abusos en la diócesis desde que él había llegado en 2015, lo que sigue siendo cierto hoy en día.
En mayo siguiente, el Papa Francisco exigió una respuesta de toda la Iglesia para erradicar la lacra de los abusos sexuales.
En respuesta, el obispo McElroy hizo algo que nunca se había hecho en la historia de la diócesis. El 13 de agosto de 2019, reunió por primera vez a todos los empleados, más de 2.500. Lo hizo para concienciar sobre el devastador impacto del abuso infantil y para pedir a todos y cada uno de los miembros del personal que denunciaran los abusos en cualquier lugar en el que sospecharan que pudieran estar ocurriendo, no solo a aquellos que tenían el mandato de hacerlo.
Y anunció dos medidas que la diócesis estaba adoptando para ayudar aún más a las víctimas en su curación.
Dijo que la diócesis participaría en un Programa de Indemnización Independiente, que daría a las víctimas una nueva oportunidad de presentar una reclamación, independientemente de cuándo se hubieran producido los abusos o de su estatus migratorio. El programa evaluaría las reclamaciones de forma justa, rápida y totalmente independiente de la diócesis.
La diócesis puso en marcha el programa al mes siguiente.(Al final del mismo, dos años después, la diócesis había pagado 7.655.000 dólares a 59 personas que aceptaron ofertas para resolver sus reclamaciones).
Y el obispo también anunció que recientemente había ampliado el ámbito de actuación del Coordinador de Asistencia a las Víctimas de la diócesis. Este miembro del personal no sólo recibiría las denuncias de posibles abusos, sino que también ayudaría a formar grupos de curación para los supervivientes y sus familias y desarrollaría programas educativos para las parroquias.
"No podemos borrar el horror de esta historia, ni podemos restaurar las almas destrozadas y los corazones y las vidas de aquellos que han sido víctimas", dijo el obispo McElroy a los miembros del personal. "Pero podemos seguir adelante, como nos pide el Papa Francisco, totalmente decididos a expulsar continuamente el abuso sexual de menores de la vida interna de la Iglesia, e igualmente decididos a ayudar a transformar las familias y la sociedad para purgar la epidemia de abuso sexual que hace estragos entre nosotros."