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La devoción del Papa León XIV por San Agustín, su vida y ministerio como miembro de la orden agustiniana y su interés por la unidad de la Iglesia se reflejan en su lema episcopal y en su escudo de armas.
Cuando apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro poco después de su elección el 8 de mayo, se presentó como "un hijo de San Agustín".
Y explicó que los cardenales que le eligieron "me han elegido para ser Sucesor de Pedro y caminar junto a vosotros como Iglesia, unida, persiguiendo siempre la paz y la justicia, buscando siempre actuar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, para anunciar el Evangelio sin miedo, para ser misioneros".
Su lema episcopal es "In Illo uno unum", o literalmente "En el Uno, somos uno".
La frase está tomada de la "Exposición sobre el Salmo 127" de San Agustín, donde explica que "aunque los cristianos somos muchos, en el único Cristo somos uno".
"Como se desprende de mi lema episcopal, la unidad y la comunión forman parte verdaderamente del carisma de la Orden de San Agustín, y también de mi forma de actuar y de pensar", afirmó,
Su escudo está dividido diagonalmente en dos. La mitad superior presenta un fondo azul con un lirio blanco o flor de lis, símbolo de la Virgen María, pero también de su herencia francesa.
La mitad inferior del escudo tiene un fondo claro y muestra una imagen común a las órdenes religiosas que llevan el nombre de San Agustín y se inspiran en él: un libro cerrado con un corazón atravesado por una flecha.
El escudo del obispo Pulido está dividido en cuatro cuarteles con líneas horizontales onduladas de arriba abajo. Las líneas azules y blancas representan a la Santísima Virgen María. También sugieren el agua, que alude a Jesús lavando los pies de sus discípulos y a las aguas del bautismo. Las líneas rojas y doradas representan el Espíritu Santo y el fuego. Los colores también hacen referencia a la Sangre que (junto con el agua) brotó del costado de Jesús en su crucifixión, así como al pan (oro) y al vino (rojo) transformados en la Eucaristía. En el centro hay un medallón con una representación simbólica del "mandatum" (lavatorio de los pies), que, en su opinión, ejemplifica el servicio a toda la humanidad. El borde exterior del medallón es una línea compuesta de pequeñas jorobas, tomada del escudo de armas de la diócesis de Yakima, donde el obispo Pulido fue sacerdote antes de ser nombrado obispo.
El escudo de armas del obispo Pham representa un barco rojo en un océano azul, atravesado por líneas diagonales que sugieren la red de un pescador. Esto simboliza su ministerio como "pescador de hombres", así como el hecho de que su propio padre fuera pescador. La barca es también un símbolo de la Iglesia, a la que se suele llamar "la barca de Pedro". En el centro de la vela hay una colmena roja (símbolo del santo patrón bautismal del obispo, San Juan Crisóstomo, conocido como predicador de "lengua de miel"). La colmena está rodeada por dos ramas de palma verdes (antiguo símbolo del martirio; los antepasados del obispo fueron de los primeros mártires de Vietnam). Las ocho lenguas de fuego rojas que rodean la barca son un símbolo del Espíritu Santo y una representación de la diversidad de comunidades étnicas y culturales. El rojo de la barca, la colmena y las lenguas de fuego aluden a la sangre de los mártires.
El escudo combina símbolos que reflejan la vida espiritual y el ministerio sacerdotal del obispo Bejarano. La parte principal del escudo muestra cuatro líneas verticales onduladas sobre fondo dorado. Representan aguas que fluyen. Esto alude a su lema elegido y también simboliza las gracias que proceden de la vida divina para saciar nuestra sed de Dios. El tercio superior del escudo es rojo porque está tomado del escudo de armas de la Orden de la Merced, a la que pertenecía el santo patrón del obispo, Raimundo Nonato. El símbolo central se asemeja a una custodia porque San Raimundo es representado a menudo sosteniéndola. La Eucaristía es la inspiración de la vocación del obispo Bejarano. Fue a través de la Eucaristía que recibió su llamada al sacerdocio a la edad de siete años y que mantiene su fe y su ministerio. Representa la llamada a ofrecerse como sacrificio vivo. La custodia está flanqueada a ambos lados por una imagen del Sagrado Corazón, aludiendo a la misericordia de Dios y haciéndose eco de la idea de una ofrenda sacrificial de uno mismo unida al sacrificio de Cristo, y de una rosa para la Virgen. Es una alusión a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de las Américas, y pone de relieve la herencia hispana del obispo.