13 de Junio 2024
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En febrero del año pasado me dirigí a ustedes para informarles que era muy probable que la Diócesis de San Diego tendría que declararse en bancarrota en un esfuerzo por resolver las aproximadamente 450 demandas que se han presentado en los tribunales buscando compensación para las víctimas de abuso sexual por parte de clérigos y empleados laicos durante los últimos ochenta años. En el último año, la Diócesis ha sostenido negociaciones sustanciales y útiles con abogados que representan a las víctimas de abuso, y yo, en colaboración con el liderazgo de la Diócesis, he llegado a la conclusión que es momento de declararnos formalmente en bancarrota y continuar con las negociaciones como parte de este proceso.
La Diócesis enfrenta dos compromisos morales al abordar el proceso de resolución: la necesidad de una compensación justa para víctimas de abuso sexual y la necesidad de continuar con la misión educativa, de servicio pastoral y de apoyo a los pobres y marginados de la Iglesia. La bancarrota ofrece el mejor camino para lograr ambas cosas. Proporciona un marco para lograr la equidad entre las diferentes demandas de las víctimas y permite establecer un fondo para compensar a quienes fueron víctimas de abuso sexual en el pasado que puedan presentarse en el futuro. El acuerdo que esperamos alcanzar en este caso de bancarrota también garantizará que la Diócesis de San Diego, que pagó 198 millones de dólares por demandas de abuso sexual en 2007, logre una conclusión definitiva de su responsabilidad legal por demandas de abuso sexual presentadas en el pasado.
Solamente la Diócesis se declarará en bancarrota. Las parroquias, escuelas parroquiales y escuelas secundarias no. Sin embargo, está claro que, como parte de proporcionar una compensación adecuada a las víctimas de abuso sexual de menores, tanto las parroquias como las escuelas secundarias tendrán que contribuir sustancialmente al acuerdo final, para que la responsabilidad legal que enfrentan llegue a su fin.
A medida que avancemos en este difícil proceso durante el próximo año, es esencial recordar que fue el fracaso moral de quienes abusaron directamente de niños y adolescentes, así como el igualmente grave fracaso moral de quienes los reasignaron o no estuvieron alerta, lo que causó las heridas psicológicas y espirituales que aún afligen los corazones y las almas de tantos hombres y mujeres entre nosotros.
Los tremendos avances que hemos logrado en los últimos veinte años para proteger a los menores, tanto en la Iglesia como fuera de ella, no pueden mitigar la enorme responsabilidad moral que yo, como su obispo, y toda la comunidad católica continuamos teniendo. Que Dios nunca permita que olvidemos esta vergüenza, y que su ternura envuelva a los niños y adolescentes inocentes que fueron victimizados.
Sinceramente suyo en Cristo,
Robert Cardinal McElroy, Obispo de San Diego
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Diócesis Católica Romana de San Diego
El escudo del obispo Pulido está dividido en cuatro cuarteles con líneas horizontales onduladas de arriba abajo. Las líneas azules y blancas representan a la Santísima Virgen María. También sugieren el agua, que alude a Jesús lavando los pies de sus discípulos y a las aguas del bautismo. Las líneas rojas y doradas representan el Espíritu Santo y el fuego. Los colores también hacen referencia a la Sangre que (junto con el agua) brotó del costado de Jesús en su crucifixión, así como al pan (oro) y al vino (rojo) transformados en la Eucaristía. En el centro hay un medallón con una representación simbólica del "mandatum" (lavatorio de los pies), que, en su opinión, ejemplifica el servicio a toda la humanidad. El borde exterior del medallón es una línea compuesta de pequeñas jorobas, tomada del escudo de armas de la diócesis de Yakima, donde el obispo Pulido fue sacerdote antes de ser nombrado obispo.
El escudo de armas del obispo Pham representa un barco rojo en un océano azul, atravesado por líneas diagonales que sugieren la red de un pescador. Esto simboliza su ministerio como "pescador de hombres", así como el hecho de que su propio padre fuera pescador. La barca es también un símbolo de la Iglesia, a la que se suele llamar "la barca de Pedro". En el centro de la vela hay una colmena roja (símbolo del santo patrón bautismal del obispo, San Juan Crisóstomo, conocido como predicador de "lengua de miel"). La colmena está rodeada por dos ramas de palma verdes (antiguo símbolo del martirio; los antepasados del obispo fueron de los primeros mártires de Vietnam). Las ocho lenguas de fuego rojas que rodean la barca son un símbolo del Espíritu Santo y una representación de la diversidad de comunidades étnicas y culturales. El rojo de la barca, la colmena y las lenguas de fuego aluden a la sangre de los mártires.
El escudo combina símbolos que reflejan la vida espiritual y el ministerio sacerdotal del obispo Bejarano. La parte principal del escudo muestra cuatro líneas verticales onduladas sobre fondo dorado. Representan aguas que fluyen. Esto alude a su lema elegido y también simboliza las gracias que proceden de la vida divina para saciar nuestra sed de Dios. El tercio superior del escudo es rojo porque está tomado del escudo de armas de la Orden de la Merced, a la que pertenecía el santo patrón del obispo, Raimundo Nonato. El símbolo central se asemeja a una custodia porque San Raimundo es representado a menudo sosteniéndola. La Eucaristía es la inspiración de la vocación del obispo Bejarano. Fue a través de la Eucaristía que recibió su llamada al sacerdocio a la edad de siete años y que mantiene su fe y su ministerio. Representa la llamada a ofrecerse como sacrificio vivo. La custodia está flanqueada a ambos lados por una imagen del Sagrado Corazón, aludiendo a la misericordia de Dios y haciéndose eco de la idea de una ofrenda sacrificial de uno mismo unida al sacrificio de Cristo, y de una rosa para la Virgen. Es una alusión a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de las Américas, y pone de relieve la herencia hispana del obispo.