Orientaciones para actuar
La doctrina social católica es la tradición viva de la Iglesia de reflexionar sobre las implicaciones sociales del mensaje evangélico y de ofrecer orientación a los fieles para comprometerse con el mundo y trabajar por el bien común. Es una parte esencial de la misión evangelizadora de la Iglesia. Las raíces de la Doctrina Social Católica se encuentran en los profetas hebreos que anunciaron el amor especial de Dios por los pobres y llamaron al pueblo de Dios a una alianza de amor y justicia.
La Doctrina Social Católica permanece constantemente abierta para abordar nuevas cuestiones y desafíos sociales a medida que surgen. Requiere la aportación de diversas experiencias y habilidades para interpretar los "signos de los tiempos".

Temas principales
Vida y dignidad de la persona humana
Llamamiento a la familia, la comunidad y la participación
Nuestra tradición proclama que la persona no sólo es sagrada, sino también social. La forma en que organizamos nuestra sociedad, en economía y política, en derecho y política, afecta directamente a la dignidad humana y a la capacidad de las personas para crecer en comunidad. La familia es la institución social central que debe ser apoyada y reforzada, no socavada.
Derechos y responsabilidades
La tradición católica enseña que sólo se puede proteger la dignidad humana y lograr una comunidad sana si se protegen los derechos humanos y se cumplen las responsabilidades. Por tanto, toda persona tiene un derecho fundamental a la vida y un derecho a las cosas necesarias para la decencia humana. A estos derechos corresponden deberes y responsabilidades para con los demás, para con nuestras familias y para con la sociedad en general. Aunque el debate público en nuestra nación suele dividirse entre quienes se centran en la responsabilidad personal y quienes lo hacen en las responsabilidades sociales, nuestra tradición insiste en que ambas son necesarias.
Opción por los pobres y vulnerables
En un mundo caracterizado por la creciente prosperidad de algunos y la pobreza generalizada de otros, la doctrina católica proclama que una prueba moral básica es cómo se encuentran nuestros miembros más vulnerables. En una sociedad marcada por divisiones cada vez más profundas entre ricos y pobres, nuestra tradición recuerda la historia del Juicio Final (Mt 25:31-46) y nos instruye a poner en primer lugar las necesidades de los pobres y vulnerables.
La dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores
El trabajo es más que una forma de ganarse la vida; es una forma de participación continua en la creación de Dios. Si se quiere proteger la dignidad del trabajo, deben respetarse los derechos básicos de los trabajadores, el derecho al trabajo productivo, a salarios dignos y justos, a organizarse y afiliarse a sindicatos, a la propiedad privada y a la iniciativa económica. El respeto de estos derechos promueve una economía que protege la vida humana, defiende los derechos humanos y fomenta el bienestar de todos
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Solidaridad
Nuestra cultura siente la tentación de replegarse sobre sí misma, volviéndose indiferente y a veces aislacionista ante las responsabilidades internacionales. La doctrina social católica proclama que somos los guardianes de nuestros hermanos y hermanas, vivan donde vivan. Somos una sola familia humana, cualesquiera que sean nuestras diferencias nacionales, raciales, étnicas, económicas e ideológicas. Aprender a practicar la virtud de la solidaridad significa aprender que "amar al prójimo" tiene dimensiones globales en un mundo interdependiente.
Cuidar la Creación de Dios
En un planeta en conflicto por las cuestiones medioambientales, la tradición católica insiste en que mostremos nuestro respeto al Creador mediante nuestra administración de la creación. El cuidado de la Tierra no es sólo un eslogan del Día de la Tierra, es una exigencia de nuestra fe. Estamos llamados a proteger a las personas y al planeta, viviendo nuestra fe en relación con toda la creación de Dios. Este desafío medioambiental tiene dimensiones morales y éticas fundamentales que no pueden ignorarse.