Nuestra fe
Fe arraigada en el amor
Lo que hoy creemos -la fe, la esperanza y el amor que nos mueven- comenzó hace 2.000 años con Jesús de Nazaret, nuestro Señor y Maestro.
Durante su corta vida en la tierra, vivió lo que predicaba: que debíamos amarnos unos a otros como Dios nos amaba. Para demostrárnoslo, curó a los enfermos y consoló a los afligidos. Y nos llamó a tratarnos como hermanos y hermanas, reconociendo en cada persona la dignidad de lo que somos: "Imagen y semejanza de Dios".
La vida, el mensaje, la muerte y la resurrección de Jesús transformaron para siempre la historia de la humanidad.
Los hombres y mujeres que acompañaron a Jesús, que escucharon sus enseñanzas y fueron testigos de sus curaciones, se convirtieron en sus discípulos. Ellos difundieron su mensaje a través de lo que se convirtieron en nuestros Evangelios, la Buena Nueva que sostiene y alimenta nuestra fe. Los discípulos viajaron a todos los rincones del mundo para anunciarlo; de ahí viene el nombre "católico", que significa "universal".
Desde el principio, sus discípulos fueron perseguidos, porque las enseñanzas de Jesús sobre la fraternidad, la misericordia y la justicia chocaban con los sistemas de gobierno, los opresores y los propietarios de esclavos. Se reunían en los hogares para leer los Evangelios y las cartas de los Apóstoles, celebrar la Eucaristía y ayudarse mutuamente, cuidando especialmente de los más necesitados entre ellos.
Fe en acción
Hoy, esa comunidad de creyentes supera los 1.300 millones en todos los rincones de la tierra, guiada por nuestro Santo Padre, el Papa Francisco.
Creemos que a través del encuentro personal con los Sacramentos y los momentos de oración obtenemos un conocimiento íntimo de Jesús y de su mensaje, y de ese conocimiento brota la voluntad de amar y servir como él lo hizo.
En tiempos de crisis, más que nunca, creemos que tenemos que volver a la fuente, al agua viva que es Jesús
Aunque a lo largo de la historia la Iglesia ha evolucionado y acompañado los cambios sociales y culturales, las enseñanzas de Jesús permanecen. Como en aquellos primeros días, seguimos creyendo y anunciando el mensaje de Jesús, aunque reconocemos los avances del conocimiento humano, especialmente en las nuevas tecnologías.
Nuestra fe va acompañada del trabajo diario para promover la paz, cuidar la creación y buscar la justicia. Los hechos hablan más que las palabras, como nos dice el Evangelio de Mateo: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me hospedasteis; necesitaba ropa, y me vestisteis; enfermo, y me curasteis; en la cárcel, y vinisteis a visitarme".
Creemos que la Iglesia no es sólo la parroquia, la diócesis o incluso el Vaticano. Es la gente, tú y yo.
¿Por dónde empiezo?
Este sitio web presenta las oportunidades que nuestra Diócesis le ofrece para caminar con nuestra comunidad, sus hermanos y hermanas, mientras aprendemos y practicamos nuestra fe, profundizamos nuestra relación con Dios y compartimos la Buena Nueva de Jesús de Nazaret.