Esperanza para los encarcelados
Más de 25.000 hombres y mujeres están encarcelados en 24 cárceles, prisiones y centros de detención situados en los dos condados que componen la Diócesis de San Diego.
La mayoría de la población encarcelada en los condados de San Diego e Imperial se identifica como católica. La diócesis proporciona atención pastoral, ofrece liturgia y sacramentos, estudios bíblicos y otros programas religiosos a la población reclusa. Un grupo de capellanes formados en prisiones y cárceles, así como decenas de voluntarios, forman parte de nuestro dinámico programa de pastoral penitenciaria y carcelaria.


El ministerio y la atención a los presos es una de las siete Obras Corporales de Misericordia y es fundamental para poner en práctica nuestra fe católica. Nuestro ministerio está guiado por las propias palabras de Jesús:
"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; me faltaban vestidos, y me vestisteis; estaba enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los rectos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te acogimos, falto de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el Rey responderá: "En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mateo 25, 35-40).
Oración a Cristo, El Prisionero

Señor, porque querías salvar al mundo, decidiste que sucedieran las siguientes cosas:
- TE CONVERTISTE EN UN HOMBRE
- Naciste humano
- Fuiste rechazado por tus vecinos
- Usted fue traicionado por un amigo cercano, un traidor
- Te esposaron y te pusieron grilletes, y te llevaron dando tumbos al juzgado
- Le obligaron a comparecer ante los jueces sin abogado que le ayudara
- Fuiste acusado por testigos mentirosos y pagados
- Te torturaron con palizas, insultos y latigazos
- Tuviste hombres que te escupieron en la cara
- Te clavaron espinas afiladas en el cuero cabelludo
- Te dieron puñetazos en la cara, y palos golpearon tu cuerpo y tu cabeza
- No se le permitió recibir tratamiento médico
- Te vendaron los ojos, te quitaron toda la ropa y te obligaron a llevar la cruz, el objeto con el que te iban a matar, casi media milla...
- Usted fue clavado, a través de sus manos y pies, a un pesado trozo de madera
- Colgaste de la cruz, entre dos criminales, delante de toda la ciudad, y de tu familia, y de tus amigos,
- Te ofrecieron vino amargo para beber, te clavaron una lanza en el costado y te dejaron morir, sin apelación.
Señor, tú permitiste voluntariamente que sucedieran estas cosas, para salvar al mundo y para salvarme a mí. Cuando pienso en estas cosas que te sucedieron, en tus sufrimientos, te pido que me lleves al mismo paraíso al que llevaste al ladrón penitente que fue asesinado contigo. Lo único que te pidió fue ser perdonado. Esto te pido yo también!
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.